Operación de rutina termina en balacera en West Miami
Se suponía que fuera lo que los policías antinarcóticos llaman un simple “tocar a la puerta y hablar”.
Pero los detectives encubiertos, quienes dijeron que mostraron sus placas de policía, no llegaron a tocar a la puerta.
Un hombre armado estaba escondido en el asiento delantero de un BMW del 2005, estacionado en la entrada y, según los investigadores, protegiendo una casa en que cultivaba un floreciente criadero de marihuana en SW 60 Court, en un cuidado vecindario de clase media junto a Coral Way en West Miami.
Era justo antes de las 7 p.m. del martes. Los vecinos paseaban sus perros, miraban las Olimpiadas o cenaban con sus familias cuando el hombre armado, al ver acercarse a los policías, abrió fuego hiriendo tres veces a uno de ellos antes de que los agentes lo mataran a balazos.
A pesar de su chaleco antibalas, el detective de la policía de Miami-Dade John Saavedra fue herido en el muslo y el costado, y la tercera bala se alojó en su bazo. Se estaba recuperando después de ser operado en el Jackson Memorial Hospital.
La violencia súbita sorprendió a los vecinos de la calle residencial, bordeada de árboles y pequeños jardines. Y, a menos de una milla de distancia, dejó también estupefacta a la familia del muerto.
El tiroteo afianzó la reputación del sur de la Florida como la capital de casas de cultivo de la nación, sede de un narcotráfico violento y competitivo al mando de narcos que llevan redes de casas de cultivo como los vaqueros de la cocaína de la década de 1980.
Las autoridades están investigando si el laboratorio hidropónico es parte de una operación a mayor escala de casas de cultivo al mando de pandillas que han proliferado en Miami-Dade desde mediados de la década del 2000. El hecho de que uno de los sospechosos abrió fuego tan rápidamente puede también haber sido señal de que él sospechaba que los agentes encubiertos, a pesar de sus placas, eran en realidad parte de una pandilla rival. Se sabe que algunos pandilleros se han hecho pasar por agentes de policía, con uniformes, chalecos y armas, para robarles su dinero y sus cosechas a sus competidores.
“A pesar de todo, ellos eran agentes de policía, llevaban placas y se identificaron a sí mismos como agentes”, dijo el detective Javier Báez, portavoz de la policía de Miami-Dade, quien añadió que al menos uno de los vehículos policiales frente a la casa era un carro patrullero de Miami-Dade.
El equipo de policías y un agente del FBI eran parte del equipo de trabajo federal High Intensity Drug Trafficking Area (Área de Alta Intensidad de Narcotráfico, HIDTA) radicado en el Doral. HIDTA ha dirigido muchas redadas de casas de cultivo en el sur de la Florida, incluyendo una operación en junio a una compleja red a cargo de una familia que tenía 20 casas de cultivo dispersas por todo Miami-Dade. Esa operación, dirigida por el clan de los Santiesteban, incluía secuestros y asesinatos, según las autoridades.
El negocio de las casas de cultivo es tan prolífico en el sur de la Florida que ha generado una bandada de abogados que se llaman a sí mismos “abogados de casa de cultivo” especializados en la defensa de los adinerados cultivadores de marihuana. Cada planta puede producir una libra de marihuana, con un valor en la calle de $4,500, el doble si se vende en Nueva York o en Nueva Jersey, según las autoridades.
Pero los detectives encubiertos, quienes dijeron que mostraron sus placas de policía, no llegaron a tocar a la puerta.
Un hombre armado estaba escondido en el asiento delantero de un BMW del 2005, estacionado en la entrada y, según los investigadores, protegiendo una casa en que cultivaba un floreciente criadero de marihuana en SW 60 Court, en un cuidado vecindario de clase media junto a Coral Way en West Miami.
Era justo antes de las 7 p.m. del martes. Los vecinos paseaban sus perros, miraban las Olimpiadas o cenaban con sus familias cuando el hombre armado, al ver acercarse a los policías, abrió fuego hiriendo tres veces a uno de ellos antes de que los agentes lo mataran a balazos.
A pesar de su chaleco antibalas, el detective de la policía de Miami-Dade John Saavedra fue herido en el muslo y el costado, y la tercera bala se alojó en su bazo. Se estaba recuperando después de ser operado en el Jackson Memorial Hospital.
La violencia súbita sorprendió a los vecinos de la calle residencial, bordeada de árboles y pequeños jardines. Y, a menos de una milla de distancia, dejó también estupefacta a la familia del muerto.
El tiroteo afianzó la reputación del sur de la Florida como la capital de casas de cultivo de la nación, sede de un narcotráfico violento y competitivo al mando de narcos que llevan redes de casas de cultivo como los vaqueros de la cocaína de la década de 1980.
Las autoridades están investigando si el laboratorio hidropónico es parte de una operación a mayor escala de casas de cultivo al mando de pandillas que han proliferado en Miami-Dade desde mediados de la década del 2000. El hecho de que uno de los sospechosos abrió fuego tan rápidamente puede también haber sido señal de que él sospechaba que los agentes encubiertos, a pesar de sus placas, eran en realidad parte de una pandilla rival. Se sabe que algunos pandilleros se han hecho pasar por agentes de policía, con uniformes, chalecos y armas, para robarles su dinero y sus cosechas a sus competidores.
“A pesar de todo, ellos eran agentes de policía, llevaban placas y se identificaron a sí mismos como agentes”, dijo el detective Javier Báez, portavoz de la policía de Miami-Dade, quien añadió que al menos uno de los vehículos policiales frente a la casa era un carro patrullero de Miami-Dade.
El equipo de policías y un agente del FBI eran parte del equipo de trabajo federal High Intensity Drug Trafficking Area (Área de Alta Intensidad de Narcotráfico, HIDTA) radicado en el Doral. HIDTA ha dirigido muchas redadas de casas de cultivo en el sur de la Florida, incluyendo una operación en junio a una compleja red a cargo de una familia que tenía 20 casas de cultivo dispersas por todo Miami-Dade. Esa operación, dirigida por el clan de los Santiesteban, incluía secuestros y asesinatos, según las autoridades.
El negocio de las casas de cultivo es tan prolífico en el sur de la Florida que ha generado una bandada de abogados que se llaman a sí mismos “abogados de casa de cultivo” especializados en la defensa de los adinerados cultivadores de marihuana. Cada planta puede producir una libra de marihuana, con un valor en la calle de $4,500, el doble si se vende en Nueva York o en Nueva Jersey, según las autoridades.
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